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22 de noviembre de 2008

CÓMO FLORECER DONDE DIOS TE PLANTÓ



Amado lector deseo compartir contigo algo hermoso que ha llegado a mis manos. Observa el título: ¿Cómo florecer donde Dios te plantó?. En un momento dado llegaste al lugar donde Dios te necesitaba o te necesita. A veces nos atribulamos y deseamos marchar y dejar todo, pero te puedes preguntar: ¿Estoy floreciendo en ese lugar? o ¿He permitido marchitarme?.
Examina que tienes en tus manos para ofrecerle a tu iglesia local. Quizás sientas que no tienes nada que ofrecer, pero eso no es cierto de ningún creyente. Cada creyente nacido de nuevo tiene algo único que ofrecer, ha recibido un llamado, el cual se hará evidente una vez que se involucre en su iglesia local. Algunos le llaman "pasión", pero esa pasión tiene que ir ligada a otras cosas, como por ejemplo: respetar y obedecer al Ángel de la Iglesia (el pastor), dar el mejor testimonio de cristiano en todo lugar, en el vecindario y especialmente en la iglesia. Ver la iglesia como el lugar de Santidad para adorar a Dios, respetarlo, amarlo, cuidarlo; entender que hasta los alrededores son lugar Santo y me debo conducir de esa misma forma, "Santo", o por lo menos como una criatura que quiere que Dios habite en su corazón.
La palabra registra en 1ra. de Pedro 4:10 lo siguiente: "Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas".
Te voy a compartir unos principios hermosos que he conseguido en un libro que lei recientemente, al cual al final le daré los créditos necesarios.
Lee estos principios y deja que el Señor ministre en tu vida y haga revelación a tu corazón.

PRINCIPIOS EXITOSOS PARA FLORECER DONDE DIOS TE PLANTÓ:

1. Dios debe llamarte.
2. Debes estar seguro de tener una relación personal con Dios.
3. Rogar a Dios por Su visión o meta para tu vida.
4. Debes estar dispuesto a hacer todo lo que se te pida.
5. No perder de vista a las personas detrás del trabajo desempeñado.
6. Dar gracias por tu puesto y nunca darlo por sentado.
7. Debes estar dispuesto a someterte a la autoridad.
8. Conocer que estás en la voluntad de Dios.
9. Saber que tus recomensas están atesoradas en el cielo.
10. Desarrollar un corazón de siervo.
11. Andar sin ofensas.
12. Servir como si estuvieras sirviendo al mismo JESÚS, sin fijarte en el hombre para quien trabajas. Por otro lado, ten cuidado de respetar su llamado.
13. Ser paciente.
14. Tener un nivel de lealtad que vaya más allá de los sentimientos personales.
15. Respetar a todos.
16. No escuchar la maldad, no ver la maldad, no hablar de la maldad.
17. Juzgarse a sí mismo.
18. Nunca ser demasiado grande para hacer las cosas pequeñas, ni demasiado pequeño para hacer las cosas grandes.
19. Comprometerte con el ministerio de la misma manera que debes estar comprometido con tu matrimonio.
20. Ayudar a otros a cumplir con sus ministerios y no ser piedra de tropiezo.
21. Hacer un trabajo excelente dondequiera que estés.
22. No alejarte de una encomienda hasta que la misma se logre por completo.
23. Nunca rendirse.
24. Ser alguien en quien se pueda confiar.
25. Ser un buen seguidor, al igual que un buen líder.
26. Mantener el gozo del Señor.
27. Permanecer siempre sensible al Espíritu Santo.
28. Obedecer siempre las instrucciones específicas de Dios.
29. Ser paciente el uno con el otro.
30. Andar siempre en amor.
31. Estar dispuesto a cambiar de dirección si ves que no estás en la correcta.
32. Saber que Dios es tu fuente.
33. Usar todas las habilidades que Dios te dio.
34. Desarrollar una perspectiva saludable de ti mismo.
35. Mantener siempre la visión general de la iglesia frente a ti.
36. Mantener una buena actitud.
37. Confiar en la Gracia de Dios y en su unción sobre tu vida.
38. Tener la suficiente madurez para que te reprendan y corrijan.
Estas son las cosas que vas a necesitar para ser fiel y estar allí donde Dios desea que estés. Estos principios producirán frutos en tu vida, al igual en la mía. Así que florece donde Dios te plantó.
Dios nos ayude.


**Estos principios han sido tomados del libro: El Escudero de Dios, Libro II de Terry Nance. Editorial Unilit. Pág. 13-15.

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